Trucos de fontanería : Cómo purgar un radiador, guía de la fontanería práctica
En nuestro nuevo post sobre trucos de fontanería, os vamos a hablar sobre cómo purgar un radiador. Purgar un radiador es una práctica muy sencilla que ayuda a mejorar el rendimiento del sistema de calefacción. Se debe realizar en todos los radiadores y su finalidad es sacar el aire que se acumula en el interior de estos aparatos.
Si no sabemos cómo purgar los radiadores, el aire acumulado en su interior generado por el oxígeno del agua que circula a través de sus tuberías, obstaculizará el paso del calor, haciendo que éste no se desprenda de forma igualada en todo ellos.
Cuando el purgador es automático el aire se expulsa por sí mismo, un sistema recomendado en los radiadores de aluminio. Si el purgador es manual, en cambio, hay que realizar este proceso cada vez que los radiadores se pongan en marcha tras una temporada sin utilizarlos. Debemos abrir el purgador muy poco a poco, lentamente.
Éstos son los pasos que debes conocer para saber cómo purgar un radiador:
- Encuentra el purgador del radiador. Éste se halla en la parte superior del mismo, en un lateral.
- Ayúdate de un destornillador o de la llave del radiador para manipular el purgador. Éste posee un tornillo con una ranura en la cual debes introducir el destornillador.
- Aprieta el tornillo haciendo presión con el destornillador. Comprobarás cómo el aire comienza a ser expulsado.
- Coloca un recipiente debajo del purgador, pues suele pasar que junto con el aire también es expulsada algo de agua. De esta forma evitarás que gotee líquido al suelo.
- En el momento que compruebes que deja de salir aire y que lo único que expulsa el purgador es agua, deja de apretar el tornillo con el destornillador.
- Una vez finalizado el proceso, cierra la llave del purgador.
- Realiza estos pasos en todos los radiadores de la casa.
Tipos de radiadores
Actualmente podemos encontrar cuatro tipos de radiadores: hierro, chapa, aluminio y acero. El material influye en el tiempo que tarda el radiador en calentarse y enfriarse, y también en la cantidad de energía que consume.
- Hierro. Son radiadores muy pesados, que exigen colocarse sobre una pared con gran resistencia. Su principal ventaja es que mantienen muy bien el calor, incluso después de apagado, a pesar de que tardan más tiempo en alcanzar la temperatura idónea.
- Chapa. No admite la instalación por módulos, pero es de los más económicos. Apenas se utiliza en las viviendas hoy en día, aunque su rendimiento es bueno.
- Aluminio. Es el radiador más demandado, puesto que se puede instalar por módulos y esto le permite adaptarse a cualquier altura y anchura. Se calienta muy rápido, lo que crea una casi inmediata sensación de calidez. Su principal desventaja es que, al apagarse, el calor se va igual de rápido que vino.
- Acero. Es uno de los modelos más caros. Al igual que los radiadores de aluminio se calienta rápido, pero al contrario que en estos, el calor tarda más en escaparse.
Si aún con esta guía necesitas ayuda para purgar tu radiador, no te preocupes, puedes usar Helpy, seguro que alguien cerca de ti está dispuesto a echarte una mano 😉